martes, 27 de julio de 2010

Visite Baltimore 07: Tommy Carcetti / Clay Davis.



- SHIEEEEEEEEEEEEEEEET!

- Let me tell you something: my neck of the woods, it's a jungle out there. Everybody living hand to mouth, improvisin', hustlin', makin' do with as little as you can imagine. Man, that tv show, Survivor? Man, they want some good contestants, they need to come around west side. Folks I know, we'll do great on that show, practice every day of our lives. (...)
Let me tell you somethin' brother, I don't how they do it out in Rowland Park, maybe prosecutor Obonda can enlight me on that, but my world is strictly cash and carry and I am Clay Davis. My people need me and they know where to find me. Let me tell you brother, I step up the dough, hit the corner of Mojo and Pennsylvania, you better believe my pockets are bulging, but by the time I get to Robert Street (gets up, turns pockets inside out, empty).
(...)
And if a jury of my peers, you all, deem it right and true for me to walk out of here upright and justified, I'm not gonna lie to you, I am gonna do the same damn thing tomorrow, and the day after that and the day after that until they got me laid out at Marchs' Funeral Home and truck me off to Mount Albert.

Clay Davis.



- Yummy, my first bowl of shit.

- It's Baltimore.....no one lives forever.

- I still wake up white in a city that ain't.

Tommy Carcetti.

Tommy Carcetti es el joven concejal, blanquísimo y jovencísimo en una ciudad mayoritariamente negra y cayéndose a pedazos, que se propone ser alcalde y cambiar las cosas. Clay Davis es el senador por el estado de Maryland con cara de pimp de los setenta, empapado por la corrupción. Carcetti se cree el salvador de la ciudad, el hombre providencial que viene a hacer una gestión honesta y recta. Clay Davis es el político más sucio y oscuro del Atlántico Norte, el tipo con la lengua más plateada del mundo. Sin embargo, son uno y lo mismo en el infinito y cambiante mundo de la política de The Wire. Son dos caras de la misma moneda porque ambos pertenecen a la misma maquinaria política y, en última instancia, su única función es perpetuarla.

The Wire probablemente se pone en evidencia en cuanto a donde están sus simpatías porque desde el principio Clay Davis nos cae mejor que Carcetti. Carcetti parece un muchacho progre con culpa, un tipo preocupado e interesado, pero también un espantajo, un figurón sin demasiadas ideas sobre política. Davies, en cambio, pertenece a una estirpe de políticos que, si bien no son eficientes ni probos, al menos son efectivos como seres preocupados por su supervivencia, y nos caen bien por su inimputabilidad, su completa falta de escrúpulos y su habilidad para moverse en ese territorio de hienas. Es un político corrupto, un demagogo, un charlatán, pero fascinante en su conocimiento de las maniobras políticas necesarias para ser a la vez un hábil cobrador de diezmos y estafas y un héroe de la gente y del pueblo. Es notorio que sea casi el único personaje de The Wire con catch-phrase, con muletilla, algo que hace que sea mucho más querible y recordable.

Quizás la diferencia está dada porque Clay Davis es un gran actor, un tipo que ha aprendido que la política es sobre todo gestos y ademanes y sonrisas y apretones de manos y de dinero. Que mientras sepas hacer circular este precioso bien entre unas cuantas manos selectas, entonces no hace falta, realmente, lograr nada en el mundo “real” de la política. Mientras tanto, Carcetti es un político que está aprendiendo a actuar, cuyo traje le queda, aún, muy grande. Lo notamos en sus discursos de indignación más actuada que sentida, en sus caras duras, en su falsa moral impoluta. Su reticencia a jugar el juego político con toda la furia (o sea, con un grado de corrupción, de prebenda y de prepotencia, de PODER) en el fondo lo hacen parecer como un niño, un idealista, un inocentón sin la dosis de manipulación, labia y bilis para triunfar realmente en la práctica más peligrosa de todas.

En términos de su posición estructural, entonces, Clay Davies es casi, casi, un agente libre, solo que perfectamente congraciado con la estructura. Llegó allí gracias a ella y continua allí gracias a ella, pero en el seno de la bestia hace solo lo que quiere y ambiciona. Es un perfecto egoísta que ha entendido que la estructura es más útil si se la aprovecha que en su contra. Lo que Davis ilustra es que en el juego de la política no importa realmente lo que haces, si no tu valor simbólico, tu capital. En realidad, la política es el intercambio de lo inexistente, y el valor último y máximo son tus seguidores. Por eso es que Davis puede “apoyar” a Clarence Royce, el alcalde saliente, cuando Carcetti va por su puesto, solo apareciendo y agitando un poco las manos. Por eso es que, cuando se le viene el juicio político encima y todos lo abandonan, su único poder es su imagen y lo despliega con suprema habilidad. Por eso es que jamás lo vemos inaugurando algo, ni impulsando ninguna ley, solo conspirando y tejemanejando en las sombras. La política es un organismo (como todos en The Wire) al solo le interesa su propia preservación y Davis le sirve porque es el corpúsculo que permite que subsista la creencia en ella, la fe en el hombre providencial, en el político que está un escalón por encima del resto de la población pero tiene la capacidad de cambiar sus vidas.

Si Clay Davis demuestra que el hombre, el político, realmente no necesita de la política concreta para existir, Carcetti demuestra que la política realmente no necesita al hombre. O sea, Carcetti es un “corazón sangrante” con el ego grande que siente, en principio, que la única manera de tener éxito y cambiar las cosas es tener más poder, que escalando la cadena de mando podrá tener más libertad, postular y hacer aprobar mejores propuestas, implementar verdadero cambio. Pero siempre sentimos que hay algo en su postura que no es completamente sincero, que en gran medida está diseñada para aplacar su ego y su complejo de salvador exacerbado. Quizás en esta dicotomía de su carácter se encuentra el motivo por el cual me parece uno de los personajes, en cuanto a emotividad, menos atractivos de la serie. Es estructuralmente importante, pero no recuerdo un momento en que su personalidad me haya conmovido. Es importante porque una vez que Carcetti logra su objetivo primario, se da cuenta de que sigue teniendo alguien a quién responder: el Gobernador de Maryland, y que la política es una estructura de cajas chinas en donde nunca vas a estar en la cima de la montaña y todo gira alrededor del compromiso. Entonces tiene que comenzar a pensar en postularse para gobernador. Carcetti nunca realizará un cambio real porque está atrapado dentro de ese sistema que le hace correr cual hámster en una rueda con un objetivo cada vez más lejano. El hecho de que se deje atrapar demuestra que tampoco tiene la voluntad de cambio: no será un ladrón pero tampoco puede escapar a la lógica del sistema y en lo primero en lo que piensa es en huir hacia adelante.

Lo que The Wire parece decirnos con estos personajes es que la política ha perdido la capacidad para ayudarnos y mejorar nuestras vidas, que solo se preocupa por sí misma y funciona como una vía excelente para el enriquecimiento de aquellos más inescrupulosos, como una perfecta extensión del capitalismo desbocado que penetra en todos los orbes sociales.

Ambos hombres tienen talento para la política, ese curioso sector de la actividad humana (y The Wire cree que para triunfar en la política si hay que tener un talento especial) que consiste en venderse a uno mismo y ser el mejor negociador frente a una multiplicidad de seres humanos. Seguramente ambos sigan siendo políticos a largo plazo, pero uno de ellos terminara decepcionado o con una percepción falsa de su propia importancia, vanagloriándose de los mínimos triunfos que logró, mientras que el otro probablemente termine sus días como un gordo y feliz millonario, al que intentaron juzgar miles de veces pero nunca lograron atrapar. No es difícil saber quién es quién.

5 comentarios:

jav dijo...

No había analizado a los dos personajes como una unidad. me gustó, porque las simetrías son muchas.

Ejemplo, la única interacción que tiene Carcetti con "la gente" es cuando los llama por teléfono para pedirles guita y financiar así su campaña, mientras y Clay tiene ese momento fantástico que mencionaste cuando alega que el regala plata cada día. Algo que nunca tenemos la chance de ver, pero que le funciona como imagen.

Otra es la manera que tienen de venderse. Para Clay es todo lealtad trucha y culto a la personalidad, siempre hablando en primera persona, y Tommy es pura estrategia y distancia emocional, refiriéndose a su figura durante las negociaciones como si no hablara de sí mismo.

Linda serie de posts.

Amadeo dijo...

:)

muchas gracias!

si, hay muchos paralelismos, además del hecho de que carcetti es el principal impulsor de la destrucción de davis, hecho que le sale por la culata, y de que al final de la serie carcetti parece empeñado en otra quijotada en la que no logrará nada, mientras que davis triunfó, está pancho por su casa, tiene más libertad de la que carcetti jamás tendrá.

henry dijo...

Un de post de carcetti y ni una sola mención al enorme Norman Wilson!?

Amadeo dijo...

todo no se puede, querido!

además norman se me pasó un toque, debería ver de nuevo la serie para pensarlo.

Alcácer dijo...

Fijate que Carcetti depende constantemente de sus asesores, que varias veces le salvan las papas del fuego. En cambio, Davis, viejo lobo, se las arregla el solito; a veces cobrando favores adeudados o recurriendo a maniobras increíbles (un buen ejemplo es la escena en la que denuncia una persecución racial).

Excelente la saga. Me parece que no me va a quedar otra que volver a ver toda la serie.