miércoles, 29 de septiembre de 2010

¿The Greatest Show On Earth?

Sobre Blackest Night y Siege.

1) Partamos de una base que todos conocemos: el comic es un arte narrativo que se basa en el desplazamiento del tiempo en el espacio. O sea: un cuadrito, al lado del otro, al lado del otro, van representando momentos temporales al tiempo que configuran una página sobre la cual tenemos que desplazarnos. Es el único arte en el cual la espacialidad narrativa está tan presente, que cuenta con unidades de sentido cuya composición nos pone más difícil o más fácil la lectura. La manera en que están ordenados los cuadritos condiciona la velocidad de lectura y un buen artista es capaz de acelerar o demorar nuestra visión con pura plasticidad. Es por ello que la virtud cardinal de cualquier artista de comics, antes que ser un buen dibujante, es ser un buen story-teller (o un buen story teller empeñado en oscurecerlo).

2) En segundo lugar, hay que detenerse sobre la absoluta originalidad de ese experimento de narrativa que son los universos DC y Marvel. Prácticamente ninguna otra porción de cultura popular fantástica funciona de la manera en que, por composición de la industria, tradición y formato de producción, estos funcionan. Las características han sido reproducidas hasta el hartazgo pero vale la pena volver a mencionarlas aquí: miles de manos, personajes cuyas hazañas son seguidas durante décadas, continuo crecimiento de su bóveda intelectual, que es acompañado por un descarte de personajes por temporadas más o menos largas, enrevesadísima continuidad en donde todo (o nada) puede valer simultáneamente de acuerdo al humor del creador y editor de turno. Buffy no funciona así, Harry Potter no funciona así, Lord Of The Rings no funciona así. Quizás los ejemplos que más se acerquen sean Doctor Who o el Star Wars más amplio, que Lucas con su anal retentivismo no aprueba.



3) El tema es el siguiente: al mismo tiempo que el comic como unidad consiste en una narrativa que se expresa en un espacio temporal, los universos superheroicos consisten en una acumulación de narrativa en la cual la unidad básica es el comic book, publicado en un momento que se encadena con otros, mes a mes, acumulando a lo largo del tiempo (real, cronológico, histórico) una gigantesca historia que no es jamás totalmente descartada. Cada comic es un átomo en una construcción gigantesca que sigue creciendo e intimida por su complejidad, por su proliferación de personajes, por sus detalles, por sus eventos interminablemente renovados porque algo hay que publicar y algo hay que contar.

4) El mega-evento, entonces, no es una anormalidad. El mega-evento es la condición natural de un universo en el cual las referencias han crecido hasta tal punto de colapsar sobre sí mismas. Lo que los fanáticos quieren, ven y reclaman en el mega evento es un deseo de que la temporalidad COMPLETA de la historia de sus respectivos universos colapse sobre sí misma en un solo espacio: una mini-serie de entre 6 y 12 números. Eso es lo que fue Crisis, originalmente y por eso tuvo tanto éxito. Detrás de las altisonantes declaraciones de cambios cataclísmicos y modificaciones en los personajes lo que se oculta es un deseo pueril: queremos verlos a TODOS juntos, queremos sentir que nuestra juventud desperdiciada consumiendo ínfimas porciones de datos (como la identidad del Bug Eyed Bandit o la relación exacta entre el Absorbing Man y Titania) se vean validados por una aparición en ese gargantúa ya refinado que es el cross-over. Que se nos muestren como asuntos importantes. Que se nos haga el juego.

5) La función ostensible del cross-over, o sea, el establecimiento de un nuevo status quo en un determinado universo superheroico, fue en un principio un hecho primario pero hoy en día funciona secundariamente. El cross-over es la única forma narrativa posible mediante la cual se puede manejar con cierta racionalidad el avance de semejante monstruo de miles de cabezas que es un universo superheroico. Por la manera en que este ha acumulado piezas diversas que constituyen su cuerpo entero (cada falange de sus dedos = una historia complicadísima que debe ser reconocida en orden para dar un paso) la acumulación de personajes en un solo espacio tendiente a la saturación es la forma aceptada para mover al siguiente casillero a la entidad conocida como “Universo DC” o “Universo Marvel”.



6) Obviamente, un cross-over que llevase este pensamiento a su conclusión lógica, donde esta densidad colapsase sobre sí misma, sería incomprensible. Miles de personitas corriendo de acá para allá, cada una afectada de diversa manera por El Evento Que Nos Pone En Peligro, cada una entreverada en su propia historia, sin orden ni concierto. Una verdadera “Comedia Humana” superheroica se asemejaría bastante a la vida: caos y coincidencia, aleatoriedad e incomprensión. Es por ello que “Final Crisis”, con todas sus fallas, es un experimento de una bravura increíble porque apuesta justamente a esa destrucción progresiva del sentido. El comic superheroico como forma a caballo entre la novela realista del siglo XIX y la novela moderna del XX.

7) Es por ello, por la tentación del caos crepitante (además de por una industria naturalmente conservadora) que se ha impuesto un orden narrativo tradicional para estos eventos. Este consiste en lo siguiente: naturalidad (cada héroe en lo suyo, parece un día normal) – primeras señales de que algo anda mal (alguien desaparece, muere o es atacado) – revelación de la amenazarápidas y devastadoras conquistas de la amenaza que parece tener un plan infalibledescubrimiento por parte de un puñado de héroes de sus debilidades o de alguna pieza de información que les permitirá dar vuelta la tortillarally de las fuerzasataque finaltriunfo que deja algunos cabos sueltos que permitirán que la maquinaria de movimiento perpetuo editorial continúe adelante. El éxito y la alegría que uno extrae de un cross-over esta dado por cuan efectivamente se encuentre montada esta estructura típica.

8) Por otro lado, la muerte todavía es considerada un elemento narrativo de peso, destinado a introducir un verdadero “evento”, a puntuar una historia con aquello que, por ser irreversible en la vida real, todavía carga un halo de importancia en el universo ficcional. Todos los cross-overs, además de sus amenazas al status quo, incluyen una o varias muertes, como para remarcar que lo que se cuenta es de algo importante, para enojar a algunos o entusiasmar a otros. Siempre se dice que estas muertes son importantes para la narrativa, pero en el fondo son elementos contingentes. En realidad pueden tener significación para un período de tiempo de 5 o 10 años en la historia total de Marvel o DC, lo cual las vuelve importantes. Pero siempre serán revertidas. En algunos casos esto será motivo de tristeza o de alegría, pero siempre teñida, en nosotros los fans, con un grado de amargura.



9) Y, así, finalmente, llegamos a lo que ostensiblemente es el tema de este post: "Blackest Night" y "Siege", los mega eventos de DC y Marvel (respectivamente) publicados entre finales del año pasado hasta mitades de este. Ambos son, como el año pasado, dos eventos que se supone fluyen orgánicamente del trabajo que sus autores habían realizado con el género en los últimos años (Brian Michael Bendis en el caso de Marvel, Geoff Johns en DC). El mecanismo perverso del cross-over, además, no permite su existencia en el vacío. Es imposible concebir un cross-over guionado por un don nadie, concebido de la nada misma. Tiene que ser el desarrollo del trabajo de su “creador” más destacado, lo cual obviamente implica una anticipación y emoción mucho mayor. El epítome de la despersonalización narrativa (obvio, los personajes importan, pero en realidad lo que interesa es el UNIVERSO) recubierto del aura dorada del creador individual, que en realidad es solo el canal por el cual transcurren los hechos y se alzan los ladrillos de la acumulación de propiedad intelectual de la compañía.

10) Del cross-over se pueden decir muchas cosas, menos que no sea efectivo. O sea: a pesar de este desglose cuidadoso y obsesivo de sus particularidades, no diremos que no nos emociona a la hora de su aparición, que, mínimamente, queremos saber lo que va a pasar. Queremos saber porque la observación de esos personajes ha ocupado una porción de nuestras propias vidas. Hemos caído, somos adictos, y el espiral de la narración superheroica nos interpela en búsqueda de un final que nunca llegará. Esa gratificación siempre diferida es aquello que nos hace pensar quizás ahora esté bueno.



11) Decía, entonces, que son producto del trabajo realizado en los últimos años por Bendis en los Avengers y por Johns en Green Lantern. De parte de Bendis, esto significa básicamente esa telenovela de espionaje y resistencia que construyó alrededor de Luke Cage y sus vengadores urbanos, escapando primero de la tecnocracia legislativa de Tony Stark y luego de la corrupción neocon de Norman Osborn. O sea: la salida a esa espiral de continuo falso realismo con ánimos de relevancia política que fue el universo Marvel en los últimos 5 años. En el caso de Johns, es el gran climax a su ampliación del universo Green Lantern hacía confines cada vez más inverosímiles que involucran anillos de diversos colores y una plétora de alienígenas al servicio de ejércitos fundados en la creencia en un sentimiento (¿religiones new age armadas?). Como se ve, dos visiones totalmente contrapuestas. Bendis es gris, cemento y concreto, responsabilidad y lucha, mientras que Johns es color, exageración, poder de voluntad y mágicas fuerzas naturales. Una postal de sus respectivos universos.

12) "Blackest Night" se suponía que, además, era una exploración de lo que significaba la muerte en un universo superheroico. En la gran cosmogonía Johnsiana, los sentimientos son 7 y cada uno tiene su batería de poder y su escuadrón de guerreros, pero la negación absoluta de ellos es la muerte (lo cual es un poco raro, pero funciona mejor de lo que debería). El problema es que semejante esbozo metafísico que podría haber significado un apuntalamiento metafórico interesante es pasada por alto. O sea: básicamente el maloso principal “puso en reserva” las miles de muertes de personajes principales en los últimos años del DCU para “aprovecharlas” y volverlos Linternas Negros (como los Pitufos) en su momento de gloria. Y la serie termina con una de esas aclaraciones recursivas, destinadas a que les falten el respeto de que “la muerte es muerte ahora”. El tema, aquello que tanto Johns (como Quesada en su primera época como editor en jefe) y tantos otros no perciben, es que una exploración de la muerte en Marvel o DC debería incorporar aquello que esta tiene de particular, que básicamente es su condición de puerta giratoria. Intentar ocultarlo o corregirlo es una empresa destinada al fracaso. Habría que SUBRAYARLO. Que denotar que siempre existe la posibilidad de que se vuelva, pero que en el fondo no se sabe a ciencia cierta. Que MEJOR que esa angustia interminable de vivir en la incertidumbre continua. Un universo sin duelo, sin procesamiento del dolor, un universo en que en cualquier momento se puede volver como gemelo malvado o zombie. Yo banco a Johns, pero el problema es que, comunmente, su ejecución no está a la altura de sus ideas.



13) Me doy cuenta que no he resumido el “argumento” de las dos principales sagas. Lo hagamos rápido. “Blackest Night”: llega la muerte en forma de batería de poder, resucita a un montón de héroes y villanos caídos que vuelven en un formato sádico y despreciable hasta que finalmente Hal Jordan y los cuerpos de color encuentran la forma de derrotar a Nekron (el avatar de la muerte). Consecuencias: un montón de héroes revividos que deben encontrar su lugar en el mundo. “Siege”: Norman Osborn finalmente sucumbe a su locura y su hubris y se decide a invadir Asgard (que se encuentra flotando sobre el medio oeste norteamericano), engañado por Loki y con el objetivo de solidificar su poder como súper policía del mundo. Consecuencias: Osborn en cana, Steve Rogers como el nuevo súper policía y una promesa de un mañana más brillante y heroico.

14) Si “Blackest Night” intenta ser metafísica, “Siege” intenta ser política. Su idea básica es que luego de años de gobiernos ficcionales (interesante y retorcido hallazgo el de Marvel: objetivamente la figura de autoridad es aquella que está a la cabeza de la fuerza de seguridad, no hay realmente “presidentes”, esos putos, en el comic de Marvel) que han coartado las libertades individuales finalmente el peor de todos comete un error mortal que hace caer por su propio peso y corrupción su administración. Quizás es una metáfora diferida del fin de la era Bush, pero semejante pretensión, la verdad, me produce vergüenza ajena de solo tipearla. Quizás lo más notorio sea la admisión de que ahora se viene una época “heroica”. ¿Y qué nos pasamos leyendo los últimos 5 años? Un nuevo subgénero, inédito: héroes en sótanos mugrosos. El intento de comentario político se ve desbaratado desde el momento en que a) está desfasado, b) su resolución solo promete un nuevo estado del campo intrínseco a la lógica del comic de superhéroes, c) el villano gigante del final es The Sentry (por otro lado, lo único bueno de este cross-over: la muerte de The Sentry finalmente libera a los lectores de tener que soportar a ese aborto espantoso y patético de personaje).



15) En definitiva, muchachos, ¿que hemos aprendido? Que los cross-overs, a pesar de sus intentos de tematizar sus eventos, solo pueden hablar de su mismos, porque la especificidad de los universos Marvel y DC vuelve incompatible cualquier comparación con el afuera. A duras penas se asemejan a otras formas de ficción fantástica, ¿qué carajo se van a asemejar a la vida real, la política, la muerte y el amor? La perversidad es que seguiremos leyéndolos (comprándolos no porque...bueno...uds saben), persiguiendo aquello que siempre diferirán: un final, un cambio en el status quo que otorgue un cierre feliz. Cuando funcionan, nos elevan el espíritu y nos muestran un mundo en el que podemos cambiar todo el sistema que nnos rodea con voluntarismo. Cuando fracasan, nos hacen pensar en nuestra inexorable mortalidad, en el momento en que el universo real consumirá todo.

5 comentarios:

xopxe dijo...

La sensación que tapa todas las demás en todo lo que tiene que ver con superhéroes, en especial de comic, y en especial en plan DC/Marvel, es el ridículo. Quiero decir, rompe los ojos...

sigmur dijo...

Muy buenas teorías. Mejores que los asuntos que comenta, en todo caso. A mí, por un lado, me parece que la lógica de la historias que colapsan en "crisis" periódicas obedece a un necesidad comercial salida de madre editorial, por un lado. Y por otro, a algo más profundo, una especie de esencia mítica que habita estos universos. Esa esencia permitiría -y estimularía- contar y volver a contar las mismas historias, con variaciones y reinterpretaciones que respetan una serie de notas básicas.
Por eso, más que las "crisis" o "megasagas", me atraen algunos arcos donde se reformulan los personajes y sus universos pero de manera más natural. DC está haciendo un buen trabajo de "depuración" narrativa en su rama animada: seleccionan muy bien qué relatos y novelas gráficas llevar a formato película, y así van creando una versión de su universo más coherente, comprensible y libre de complejos.

Blopa dijo...

Amadeo, una vez más me sorprende tu capacidad analítica con respecto a estas cosas. Creo que hay algunos puntos a tener en cuenta, considerando tu análisis y los comentarios:

1) La lógica que prima, desde hace ya tiempo, es la lógica imperial de la guerra. Las sagas están inmersas en la guerra, pero lo que antes empezaba y terminaba sin mucho peso para la continuidad, ahora impone la guerra como omnipresente. Tal vez en eso Marvel acertó al haber llamado a su saga Civil War.

2) Propongo tener en cuenta al género superheroico como una variante del absurdo. La misma dinámica entre camp y kitsch que le dio vida al género devino realista, y con ello no puedo evitar cierto giro siniestro.

3) La depuración narrativa, como la llama muy bien sigmur - no hay globos de pensamiento, no hay onomatopeyas, narración descomprimida -, es sin duda una estrategia de las corporaciones Marvel y Time-Warner para hacerse rápidamente de storyboards. Es decir, el comic mainstream norteamericano tiende a verse reducido a un film prefabricado. Falta ver qué pueden hacer los autores desde dentro de esas restricciones, como lo han hecho siempre desde los tabloides para acá.

Amadeo dijo...

@sigmur: es muy buena esa, la de ver el universo superheroico como una especie de continua edda heroica.

@blopa: me gusta mucho la idea de la guerra. habría que analizarla! es una buena explicación.

lo del absurdo...ummm... a mi me gusta lo sublime del genero, no lo absurdo, es una lectura posible, pero me parece que le quita algo de lo que amo, que es esa posibilidad de elevación y que quizás tenga que ver con mi amor eterno al género.

lo de los films prefabricados es uno de los grandes males de nustra epoca.

un abrazo y perdon por la tardanza, esto quedo ya caduco, quizás.

Ignacio Saravia dijo...

Espectacular analisis,
Realmente no queda mucho que agregar o preguntar, solo pensar que el mercado de comics depende de sus consumidores y de sus gustos y deseos que pueden ser muy cambiantes y que a medida que pasa el tiempo hay un recambio de sus lectores, tarde o temprano estos universos tienen que cambiar su base, renovarse inevitablemente. Sus caballos de batalla (los heroes y villanos mas queridos) en algun momento perderán el efecto sobre la audiencia nueva, y esto se puede ver por la aparición de muchos filmes de caracter sensacionalistas, de subita y efimera fama, con guiones simplones, que descubre el poder, que se manda a una nueva aventura, que tiene que luchar contra un villano, fin, y en el medio multiples luces de colores y los fx de turno. La clave está en seguir en el circulo vicioso del status quo (comprar mas de lo mismo) o arrojarse a la arriesgada aventura de lo nuevo (si no compras,entonces los autores buscan algo nuevo para ofrecerte).